jueves, noviembre 16, 2006

Locura del contento

Me duele el alma de ser feliz: un dolor concreto, carnal y de sangre. Y no soporto la exigencia de mis alegrías: los dientes que deben florecer, los pómulos que se me cansan y deben dar sano rubor. Entonces empiezo, empiezo a prefigurar mi suicidio: ahí estoy, Alejandro, parado en la cornisa del puente, diciendo adiós a los malos amigos: hasta nunca Miguel, hasta nunca Margarita, no llores madre ni padre. Por lo menos en la imaginación y en el discurso.

1 comentario:

Tinin¥ dijo...

y eso alejo?
en fin, se nota por tus escritos que estás feliz, me alegro bastante por eso amigo a la distancia, cuídese ja ja