lunes, noviembre 20, 2006

Alone

Cómo abordar las soledades si se conforman, contra la voluntad humana, de ausencias presentes en los estados más invisibles del frío. Eh, soledad, sal de ahí que me lloras. Se tiene los síntomas y nada sabe uno, el enfermo, del cuerpo de la patología. Soledad, no me abrases gélida. Y las causas no vienen en nuestra ayuda. Y las consecuencias se quedan de silencio. ¿Acaso la muerte, soledad? Se intenta un diálogo con los espacios, y se intenta un diálogo con las voces que toma el recuerdo; y parece que ha echado anclas raíces, inexorable como un cancer enfermo. A veces me digo que muerta la ausencia se acaba el solo; pero esto requiere tiempo y soledad del reloj y los segundos.

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