Esta semana que ya no es presente, me llevó a tomar el papel de ser humano bien en serio; me introduje de manera intensa y con la cabeza gacha en las ocupaciones, prescindí de mortales reflexiones: diríase que hice cosas; diríase que desmoroné músculo y la conciencia.
Así como el atleta sobrepasa al ebrio,
mi alma dejó atrás y extenuado al cuerpo.
Es que, ya en el ámbito del hombre sobre sí mismo, el agotamiento o el cansancio ha de ser, sin dudas, una de nuestras más patentes, una de nuestras más claras satisfacciones: la más manifiesta y corporal; la menos semántica y profunda.
Así como el atleta sobrepasa al ebrio,
mi alma dejó atrás y extenuado al cuerpo.
Es que, ya en el ámbito del hombre sobre sí mismo, el agotamiento o el cansancio ha de ser, sin dudas, una de nuestras más patentes, una de nuestras más claras satisfacciones: la más manifiesta y corporal; la menos semántica y profunda.
1 comentario:
La inclusión del verso, caprichoso, en medio de la prosa trae limpios aires. Me parece que ya es una costumbre muy tuya.
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